jueves, 26 de abril de 2012
Miedo 2: Envejecer
miércoles, 25 de abril de 2012
Día 17: Un mal gusto. Día 18: Un PIN. Día 19: Una Falsificación
Miedo 1: Lo que dice la gente
Quitapesares

sábado, 21 de abril de 2012
Hacer el Bien. Hacer el Daño.
jueves, 19 de abril de 2012
Las Cosas que se Pierden
miércoles, 18 de abril de 2012
Sexo, Palabras y Elefantes

A Bill Clinton hay que reconocerle que puso de moda dos cosas: el sexo oral y el pedir perdón. Fueron dos momentos claves en la historia de nuestra generación. Primero verlo negando algo, al mejor estilo de "es mejor negarlo hasta la muerte." Y luego verlo pidiendo perdón por sus acciones. Intentando remendar el daño hecho. Tratando de convencernos de la premisa "es que en mi libro el sexo oral no es sexo" y la más importante de todas "yo estoy realmente arrepentido."
En la teoría Católica por más que el cura te absuelva te dicen que si no te arrepientes, así repitas de manera impecable el Acto de Contrición Dios no te perdona. Primero te tienes que arrepentir. Si no. El perdón no cuenta. Siempre me llamó la atención el arrepentimiento de Bill Clinton. Una de mis fantasías es invitarlo a tomar un café y decirle "por favor. Déjame hacerte una pregunta ruda. ¿Tú de verdad te arrepientes de la mamada de Mónica?" Me imagino que salvo su respuesta dependerá de qué tan buena o qué tan mala haya sido Mónica en el asunto. Al final del día me imagino que el arrepentimiento estará más que en el acto en sí, en la forma cómo se manejó todo.
A lo mejor Bill se arrepiente de no haber sino más honesto desde un principio. A lo mejor se arrepiente de haber manejado ese episodio de su vida como manejamos tantas cosas quienes fuimos criados, crecimos y vividos bajo el sistema de culpas judeocristiano. A lo mejor a estas alturas del partido se arrepiente de "no haber sido mas llano, decir en primer lugar es mi vida privada, y a usted no le interesa con quién me acuesto, aunque no necesariamente esté acostado, sino que esté pendiente de que su vida sea mejor. Porque al final del día es sólo sexo." Pero nunca es sólo sexo. Siempre es algo y mucho más.
A todas estas nosotros tenemos en la memoria la imagen de ese hombre, el más poderoso del mundo, pidiendo perdón. Nos dio al resto de la humanidad un escalón de superioridad que nos hacía falta. Así que el jefe de los gringos, después de todo, también es humano. También tiene momentos de absoluta pequeñez. Yo siempre pensé en Hillary. Porque todos pensamos que la mujer lo iba a mandar a dónde lo tenía que haber mandado hacía mucho tiempo. Al carajo. Pero no lo hizo. No sólo lo perdonó. O tal vez no lo perdonó, sino que hizo lo que hacen las duras. ¿Sabes qué? Ahora me toca a mí. Y saldaron sus diferencia. Se pagaron. Se dieron el vuelto y ahí siguen juntos. No se sabe si más, menos o igual de felices, pero se hicieron más fuertes. Y resulta que ahora ella es Secretaria de Estado y estuvo a punto de ser presidente.
En todo caso Bill Clinton le enseñó a un gentío que el sexo era mucho más y mucho menos de lo que pensábamos. También nos enseñó o nos recordó que tú miras al ojo de la cámara, dices que lo sientes y todos deberíamos hacer las pases y quedar a mano. Es lo que veo ahora con el caso de Ozzie Guillén. No tengo ganas de entrar a juzgar, si lo que dijo o no dijo está bien o está mal. Al final del día, viviendo en país con tanta división, y tantas opiniones y tantas teorías, a veces de verdad me cansa pensar si las declaraciones de alguien que no tiene ningún tipo de injerencia en mi vida importan. No creo que de verdad el mundo sea mejor, ni peor por lo que diga Ozzie Guillén, que al final fueron una cantidad de estupideces. Es un tipo que no tiene verbo. El pobre.
Lo que me llama la atención, es que de un comentario idiota, sale un "acto de contrición" sumamente elocuente. Pensado. Trabajo. Me pone a pensar. ¿Dónde está de verdad el arrepentimiento? ¿En el hecho de haber dicho lo que dijiste, o en el hecho de que te lo sacó un periodista al que le hiciste el agosto? Tal vez en las dos cosas. Pero lo que me llama la atención es el regocijo con que la prensa y el resto de la humanidad acoge el perdón, y se revuelca en humillar un error, que en un país en el que matan tanta gente, la verdad, al menos yo, lo veo mínimo. Hay tanta gente que hace cosas peores, ladrones, corruptos, estafadores, que hacen negocios con el gobierno y joden a mucha gente, y a esos, no se les pide, ni una mínima disculpa. Hay tanto cabrón feliz por ahí, sin pagar y este se le va la lengua y tiene que pedir perdón de rodillas, y es apedreado por una sociedad que supuestamente clama a gritos libertad.
Me sucede lo mismo con El Rey de España. También acaba de salir con cara de rey de las angustias, pidiendo perdón por haber ido a cazar elefantes. Me da mucha pena. A mí me cae bien el rey. Pero me cuesta horrores asumir su perdón a lo Bill Clinton. Creo que su arrepentimiento está más cerca del "coño de la madre, para qué me tuve que tomar la puta foto" del "quién carajo me mandó a mí a ir a matar a un pobre elefante." Y ese es mi problema. Me fastidia la hipocresía. Creo que ese tipo de cosas dañan a la sociedad. Dañan más que el mismo hecho. Creo que nos hace un poco más de honestidad. De confesión ruda. Porque no tenemos valores. Y cuando andamos por ahí basando nuestros principios en pura doble moral, nos alejamos más todavía de lo que deberíamos ser.
Al rey lo quieren sacar del WWF, cosa que me parece muy bien. Porque sinceramente, así adopte a Dumbo, no creo que le haya importado mucho la masacre de los elefantes. Sí creo que a lo mejor se arrepiente de haberse ido en ese plan tan "exótico" por llamarlo de alguna manera en plena crisis. Incluso, croe que allí está más el problema que en la parte de la cacería. Porque al final del día al que está en España, no consigue trabajo, le cuesta llegar a fin de mes y siente que no tiene futuro, le importa un bledo en un elefante, pero sí le importa que están haciendo sus líderes para asumir su responsabilidad y enfrentar la crisis.
En todo caso. Creo que Bill, Ozzie, Juan Carlos y cuando pobre diablo famoso ha hecho algo y luego ha tenido que pedir perdón tienen algo que enseñarnos, y no es a ser humilde y pedir perdón. Es que no importa si es sexo, palabras o elefantes, el tema es reflexionar y ser sincero. Porque sí no lejos de corregir un mal, haces otro daño.
viernes, 13 de abril de 2012
Día 14: Un Ex Día 15: 560 Calorás Día 16: Un Ñu



miércoles, 11 de abril de 2012
El Teleoperador No Tiene La Culpa

También están los críticos de comida. Los de cine. Los de libros. Está la gente que tiene que viajar y probar aerolíneas y hoteles. Están los banqueros, esos que trabajan poco y ganan mucho. En fin. Trabajos buenos hay bastantes. Aunque una vez más, al final. Trabajo es trabajo. Y no sólo depende de la actividad en sí, sino de como se lo toma uno.
Siempre he pensado en el pobre que le toca estudiar los exámenes de heces. ¿Qué clase de trabajo es ese? Sí. Uno que paga. Y con eso deber ser suficiente. Imagino que además es uno necesario para el que quiere ser laboratorista o algo por el estilo. Entiendo que hay gente que ve con pasión el cuerpo humano. Que no ve las heces como mierda. Pero igual. No es la actividad más agradable del mundo. Igual que tampoco lo es nada relacionado con basura, con cloacas y con nada que tenga que ver con deshechos. Nada más imaginarse quién limpia la mierda de elefante en los zoológicos. Deber ser algo a lo que uno se acostumbra sí. Pero por más que ames al elefante limpiarle las gracias no debe ser nada que uno diga "Síiiii! Qué emooocióoonn! Manisito cagóooo!" No.
Sin embargo hay un trabajo en especial que creo debe ser uno de los más difíciles. El de operador de atención al cliente de un banco o una compañía de teléfonos. Yo jamás he llamado para decirles. "hola amigo, te llamo porque estoy feliz. La tarjeta siempre pasa. Voy al banco y no hay cola. Me mandaron un SMS a tiempo y saliendo para mi casa compré una tarjeta y no me quedé sin saldo. Ayer hablé un buen rato con mis minutos libres con una amiga que tenía años sin ver y no sólo quedamos para almorzar sino que me echó unos cuentos buenísimos." Nada de eso.
Generalmente llamo cuando estoy molesta, arrecha, presionada, cuando quiero descargarme porque algo no funciona. El teléfono además le da a uno un escudo. Porque no es lo mismo gritarle a alguien en la cara que su servicio es una basura a decírselo por teléfono. Yo siempre les echo chistes después de haberles dicho hasta del mal que se van a morir. Claro que sin insultar, nada de "eres una inútil o ustedes son todos unos estúpidos." Debo aclarar que no soporto ver la gente que hacer reclamos usando calificativos hacia las personas. Es de las cosas más feas y humillantes que he visto. Y de verdad. Por más bravo que uno esté, insultos jamás.
Yo más bien siempre empiezo pidiéndole perdón de antemano. "Mira amiga. Yo sé que esto no es TU culpa. Yo sé que el fondo no está en tus manos..." y después me lanzo, pero es que "¿cómo es posible que una empresa de telefonía celular no te ponga en letras enormes lo que te cuesta el minuto de roaming? Claaarooo, así cualquiera. Así también yo me hago rica. Es más chica, eso es lo que voy a hacer. Yo mañana le paso a mi cliente una factura que diga....toma pajarito...aquí esta en letra mínima un montón de cosas que compraste sin darte cuenta. Aaaaa, ¿no quieres pagar? Bueno chao pescao."
Creo que todo el que tiene un rollo con alguien y no lo puede soltar lo paga con el pobre bolsa que está atendiendo las llamadas. Los líos escondidos con la mamá, con el papá, con el jefe que no sirve para nada. Con Chávez. Yo a veces hasta les saco a Chávez. Los pobres. ¿Qué tiene que ver Chávez con tu sobregiro? NADA. Pero a la vez si tiene que ver. Yo les digo que si tiene que ver. Y les hablo de la globalización y de la historia, y de la manipulación. Después les digo que yo daba clases de servicio y atención al cliente y que ellos las necesitan urgente. Que es un lástima que no sean sus jefes los que están atendiendo el teléfono para dar la cara y aprender lo que es estar en trato directo con la parte más importante de su negocio. EL CLIENTE.
Además uno siempre saca un complejo. Algo estilo "cllaaaaaaaroooo, como yo no soy cliente VIP entonces les importa un pepino cortarme el servicio. ¿Qué les importa si yo me voy con Movistar? Nada. ¿Van a quebrar? No."
Lo que más rabia da es cuando el pobre operador, que me lo imagino pintando palomas, pero sudando a la vez, dice lo que la libreta dice que diga cuando el cliente está fuera de sí. "Entiendo su enojo señora...pausa para leer cuál coño era el nombre de la geva...pero no puedo hacer nada en este momento, sino pedirle mil disculpas y ofrecerle en el futuro el mejor servicio. Usted es muy importante para nosotros."
Yo al final no sé qué más decir. Ellos están obligados a preguntarte "¿Hay algo más que pueda hacer por usted?" Y yo siempre contesto "Me puedes recomendar entre tu competencia cuál será el menos parecido a ustedes. Porque al final ustedes son como los hombres. Todos se venden como el mejor, el distinto, pero cuando te tienen amarrada se comportan como la misma mierda." Risas. Bueno, por lo menos el pana tranca y dice, "Acabo de discutir con tremenda puta, amargada, coño de su madre, histérica, borderline esquizofrénica, pero por lo menos tiene sentido del humor."
Yo tranco. Descargué mi furia. Siento que es algo que he debido hacer más bien con mi psiquiatra. Me da remordimiento de conciencia. Y pienso...coño pobre teleoperador. Él no tiene la culpa. La culpa es mía que sigo sin cumplirles la amenaza de cambiarme.
lunes, 9 de abril de 2012

Mi cabeza da vueltas. Y vueltas. Voy caminando por la calle y voy pensando. Anotando ciertas cosillas.
- No hay nada peor que meterse a bañar, correr la cortina y ver que no hay paño caliente.
- Segunda cosa peor, que el paño disponible haya sido usado hace poco por otra persona. Secarse con un paño mojado es no secarse.
- Horribe encontrarse a alguien cuando estás en la peluquería haciéndote las mechas y pareces la encarnación de cualquier bruja. De todas las brujas.
- Desgracia doméstica: querer hacer vinagreta y que queden seis goticas de aceite.
- Quiero que alguien me diga la verdad sobre la fecha de vencimiento de las medicinas. No. No el sabiondo de turno que vio un programa en el Discovery Channel o se cree todo lo que le llega por internet. Quiero un informe médico. Hasta entonces si se pasó la fecha no consumo. Gracias.
- ¿Por qué hay gente que no dice buenos días cuando entra a un lugar?
- Lo cortés no quita lo valiente. En serio que no.
- Los echones deberían tener su universo paralelo. La gente que cree que es elegante porque se viste de marca también.
- Y los que mandan fotos de delfines y frases de Paulo Coelho vía Facebook también.
- A veces me agotan tantas redes sociales. Cómo quitan tiempo carajo.
- El Blackberry no es un instrumento de trabajo. Es una cárcel.
- La única ley que se cumple a cabalidad es la de Murphy. Todo lo demás es relativo.
- La culpa no es de la vaca. Es la salsa lo que engorda.
- Hasta en las mejores familias hay celulitis.
- ¿Si yo fuera modelo me dejaría photoshopear? ¿Qué sentido tiene? Eso no es como decirle a otro pana que escriba un libro, voy le pongo mi nombre y les digo voilá. Al final es una mentira. Una fabricación. Una especie de plagio.
- En la vida uno siempre tiene que comer menos, ahorrar más y criticar lo menos posible.
- No confío en la gente que hace malos comentarios sobre cómo están vestidas las otras personas.
- No hay zapato cómodo y bonito. Zapato bonito es una ampolla segura.
- El sushi sí que llena.
- Con el tiempo y el exceso de pedicures cuando me corto las uñas de los pies hago un pésimo trabajo.
- Quiero remodelar el blog pero no sé cómo.
jueves, 5 de abril de 2012
No Pasó Nada

De la mayor virtud al peor defecto hay una línea de 360 grados. Es decir, uno está en el mismo lugar. Suele suceder que aquello que es nuestro gancho, que nos hace únicos, que la mayoría de la gente nos alaba sin cesar es justamente lo que nos termina metiendo en problemas.
En mi caso una de las mayores virtudes que tengo es mi capacidad para hablar. Puedo hablar como una ametralladora. Soltando palabras como un aguacero, de esos de gotas gordas que caen tan duro y tan rápido que casi duele. Como esos bailarines de flamenco que zapatean a velocidades que molestan en los ojos, y que contagian las ganas de zapatear.
Yo no puedo estar callada. No puedo. Ni siquiera cuando estoy sola. Cuando no estoy sola, aunque no hable, mi cerebro está en plena conversación. Es una especie de esquizofrenia funcional. O tal vez no es esquizofrenia, llamémoslo más bien una especie de comunidad imaginaria. Como un Facebook especial en mi cabeza.
Lastimosamente al final del día esa comunidad pertenece toda a una misma persona que soy yo. Los aciertos y los errores, todas las consecuencias de lo que asume es comunidad los asumo desde esta piel.
Es un problema a veces ser hablador. Uno suele soltar el comentario que no es. La palabra desafortunada que echa a peder un buen momento, o que hace que a uno le dirijan una mirada de "por favor cállate." Cosa que no suele ser la más cómoda de las situaciones.
En todo caso, suele suceder que a veces esa virtud, ese defecto, falla. Te encuentras en una situación en la que tienes que reaccionar. En la que tienes que decir algo. Nada viene a la mente.
Todo esto para contar que hoy me encontré a Mónica Belluci. Crucé una mirada con ella y me sonrió en plan "verga, me reconociste, pero no estoy para escenas de tómate una foto." La verdad no la culpo. Debe ser un fastidio someterse a eso toda tu vida.
Pero yo soy una bocona y tenía ganas de acercarme y decirle algo. La tuve enfrente un buen rato. Y pensé mil cosas. Desde citas famosas, hasta el clásico "me podría tomar una foto contigo?"
Al final después de un buen rato decidí no decirle nada. No me vino nada a la mente. Me quedé sin municiones y no tenía ganas de pasar por idiota o peor, de sentir que me estaban tirando un portazo en el cara. Aunque no está mal que te rechace Mónica Beluci.
Más tarde pensé que hubiese sido tremendo tener en la mano el guión de una película y dárselo, para luego recibir una llamada. Semanas más tarde que cambiaría mi vida. Un cuento digno de una entrevista de Hollywood. Una especie de Cenicienta del séptimo arte. En esta no se cae un zapato, se cae una historia.
En todo caso, eso no pasó. No le dije nada. Tal vez algún día salga mi libro, alguien quiera hacer la película, la escojan a ella y yo pueda decirle, "sabes, cuando estaba por empezar a escribir mi segundo proyecto de largo alcance, te vi, pero te veías seria y me dio pena hablarte."
Sí. A veces virtud y defecto nos fallan. Y entonces no pasa nada.